viernes, 29 de agosto de 2014

El Triunvirato: La Historia del Poder.


Año 70 a.C. Roma finalmente se libra del yugo de Sila. Los cónsules y rivales Cneo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso, regresan a Roma con la gloria de la victoria frente a los piratas del Mediterráneo y frente a Mitrídates del Ponto en Asia menor (Pompeyo) y frente a la rebelión liderada por Espartaco en la península itálica (Craso). Entre ellos, la rivalidad resulta más que evidente, y la enemistad también. El uno intenta acabar con el otro en incontables intrigas y conspiraciones hasta que surge un hombre que se interpone en el choque de trenes que se avecina entre los dos triunviros. Un hombre cuyo genio asombraría al mundo incluso milenios después de su muerte. Un hombre que moriría convertido en un Dios. Cayo Julio César.

Aún no demasiado conocido, César, que proviene de una familia noble venida a menos no supone ninguna amenaza para ambos cónsules, por lo que, unido al talento y ambición que ambos ven en él, deciden que sea el tercero que medie entre ambos.

Así, pasados los años, Pompeyo se ha hecho un nombre que por siempre resonará en los anales de la Historia de Roma y respetado por las legiones y las facciones más conservadoras del Senado. César sigue amontonando victorias y aventuras que dejan entrever el brillante futuro de una joven promesa del Olimpo de los Titanes de la Historia. Y Craso se ha convertido con sus maniobras comerciales y especulativas en el hombre más rico y con mayor fortuna que diera la ciudad eterna en toda su historia; jamás sería superado por nadie.

Todos ellos tenían algo que dar a la futura unión, pero también necesitaban de lo que los demás podían ofrecerles. César necesitaba el dinero de Craso y los ejércitos de Pompeyo para poder quedar inmortalizado en la Historia. Craso necesitaba de la gloria militar que jamás logró conseguir del todo y así lavar su imagen de hombre despiadado. Y Pompeyo necesitaba de la solvencia que Craso le podía proporcionar y de la ayuda de su pupilo, Julio César, para hacer reinar la Paz en la República.

César, el más débil de los tres, se percató de inmediato de esta situación y, 10 años después, en el 60 a.C. pactó con los otros dos hombres en secreto para repartir el poder de Roma entre ellos y eclipsar el poder de los conservadores principalmente (liderados por Catón el Jóven y Marco Tulio Cicerón). Y fue esa alianza la que permitió a César llegar a escribir su nombre en la Historia como uno de los hombres más grandes que hayan existido jamás. Por desgracia, el sueño hecho realidad no duraría demasiado para desgracia de César…y posiblemente de Roma…



          







                                                                        
         Cneo Pompeyo Magno                                      Marco Licinio Craso                                          Cayo Julio César


Año 44 a.C. Tras haber sido perdonados por su traición a César, el grupo más infame de conspiradores liderados por Cayo Casio Longino y Marco Junio Bruto asesinan, con 23 puñaladas, a Cayo Julio César, dictador perpetuo, favorito de Venus y del pueblo de Roma. En los Idus de marzo y sintiendo el dolor de la traición y el frío suelo de mármol del Senado, César expira su último aliento asustado. No por él. César no le teme a la muerte. Está asustado por lo que se avecina tras su muerte. El caos se apodera de la ciudad y de la República. La facción de César está deshecha. Su líder, Marco Antonio, debe mantener la compostura y pactar con los asesinos de su mejor amigo ante la magnitud de su traición. Está de manos atadas, y eso no le gusta.

Año 43 a.C. Marco Antonio, aún estando prácticamente sólo, planta cara al Senado, que ya ha sido conquistado por Cicerón, aliado de los asesinos de César. Un hombre se une a Marco Antonio, Marco Emilio Lépido, un general de cierto renombre que fue repudiado por Cicerón.

El Senado envía a los cónsules Hirtio y Pansa a acabar con Antonio. Pero no están solos, un joven los acompaña. Un joven destinado a marcar un antes y un después en la Historia de Roma. Cayo Octavio Turino, heredero de César, que años después llegaría a ser Augusto. Tras un enfrentamiento con Antonio, Octavio se percata de que está siendo usado por Cicerón como una vulgar marioneta para lograr su propia destrucción y la de Antonio, por lo que decide dar la vuelta al plan de los asesinos de César.

Se reúne con Antonio y Lépido en la ciudad romana de Bolonia, en el norte de la península itálica, y pactan una nueva alianza, un nuevo triunvirato, una nueva esperanza. El objetivo es sencillo: acabar con los traidores e intentar recoger los pedazos de una República que está abocada a su propia destrucción.

Así, se proclama la Lex Titia, con la que el Segundo triunvirato se hace oficial y se proclama su vigencia por un período de cinco años. Los cesarianos saben que la ayuda está en camino…los optimates, los traidores y los asesinos del gran César intuyen que pronto…muy pronto, llegará su hora. Los Triumviri Rei Publicae Constituendae Consulari Potestate (Triunviros para la Constitución de la República con Poder Consular), marcharon unidos para abrazar su destino…y sellar el de los asesinos del favorito de Venus.

Año 42 a.C. tras haber sido expulsados de Roma por Marco Antonio dos años antes, Bruto, Casio, Casca y los traidores de Roma se encuentran esperando en Macedonia. Creen que el plan maestro ha dado sus frutos, que Antonio y Octavio se han destruido entre sí y que los restos del superviviente se aproximan para ser destruido por las 17 legiones optimates que allí aguardaban, como el cocodrilo que espera, con las fauces abiertas, esperando a que su presa se aproxime a su fatal destino. Lo que desconocían todos ellos era la sorpresa que se les avecinaba.

A cada día que pasaba, el cerco que rodeaba a los confiados optimates se iba estrechando, hasta que, cuando se dieron cuenta de que Antonio y Octavio cabalgaban juntos bajo el mismo estandarte, ya fue demasiado tarde para huir. Sus 17 inexpertas legiones debían hacer frente a las 19 legiones cesarianas, adiestradas y curtidas en la batalla, la sangre y el acero.

El fin llegó para Casio y Bruto el 3 y el 23 de octubre del año 42 a.C. Los asesinos de César recibieron el pago por su crimen y Roma pudo al fin descansar tranquila rodeada por el abrazo de tres hombres. Tres grandes hombres que, aún con sus diferencias, lograron que reinara la paz en Roma durante 10 años, hasta que finalmente Octavio se convertiría en el único amo y señor de Roma.

Ya no sería conocido como Octavio, se llamaría Augusto, y todos los demás lo llamarían Imperator, pero eso ya es otra historia…
     Cayo Julio César Octaviano (Augusto)                            Marco Antonio                                              Marco Emilio Lépido


Espero que os haya gustado, legionari@s. Se despide de vosotr@s hasta el próximo post:


Marcvs Antonivs, Marci Filii, Marci Nepos.

jueves, 28 de agosto de 2014

La Tetrarquía

Guerra, peste, invasiones, rebeliones, decadencia económica esta fue la tónica habitual en el Imperio desde la muerte de Alejandro Severo en el 235. Ya se podía vislumbrar algo durante el imperio del emperador Marco Aurelio, que tuvo que combatir a los partos, soportar la peste antonina (que diezmó literalmente a la población del Imperio) y también combatir a las invasiones de los marcomanos y cuados. Con estos antecedentes y tras la muerte Alejandro Severo el imperio entró en una espiral de violencia inusitada. A lo largo de todo ese siglo casi treinta emperadores se repartieron el gobierno y falleciendo solo uno de muerte natural. El Imperio iba camino de su autodestrucción hasta que surgió una figura trascendental: Diocleciano.

Diocleciano llegó al poder gracias al apoyo de sus tropas, pero este era de otra pasta y no se dejó caer, de origen ilirio, emprendería una serie de reformas que darían oxígeno al imperio para aguantar dos siglos más en Occidente y un milenio más en Oriente. Sabedor que en cualquier momento cualquier general se podía proclamar emperador repartió el poder. A otro general de nombre Maximiano lo proclamó Augusto y le dio la mitad del Imperio. A su vez nombró un César (Galerio) y obligó a Maximiano a hacer lo mismo (Constancio Cloro). Cada uno se quedó con una parte del Imperio que tenía la obligación de defender, a su vez los augustos gobernaban de forma conjunta y legislaban igual. El reparto se hizo de la siguiente manera: Diocleciano Oriente, Galerio Grecia, Tracia y los Balcanes, Maximiano Italia, Recia, Nórico,África e Hispania y a Constancio Cloro la Galia y Britania.





El sistema de provincias lo remodeló por completo. Creó un total de doce diócesis (a tres por cabeza) y estas a su vez las dividió en provincias cuyo número era muy superior a como estaban divididas antes. En cada diócesis había un vicario que respondía ante el Augusto o César en cuestión.

Lo bueno de este sistema es que permitía una mayor gobernabilidad del imperio ya que se podía dar una respuesta rápida a cualquier amenaza interna o externa, pero todo se basaba en el prestigio de Diocleciano, ya que cuando abdicó (Maximiano también abdicó pero forzado) el sistema no perduró demasiado. Constantino I reunificaría el Imperio y se volvería a lo mismo del siglo III d.C. pero Diocleciano dio unos años más al Imperio en Occidente, además en el siglo siguiente se vería un ascenso del cristianismo y a los primeros emperadores cristianos con el cual la lucha religiosa entraría en el Imperio.

Flavius Aecius Magister Militum.

Ejército Romano siglo II d.C.

Salve a todos, hoy Marco Aurelio os va a hablar del  ejército romano durante la época de mi reinado: el siglo II d.C., época de mayor expansión del Imperio Romano.


Con respecto al  equipamiento del soldado romano en éste siglo, podemos decir que casi no varía con respecto al siglo anterior, aunque sí se producen algunas modificaciones, casi insignificantes. la primeras se producen en el casco. Al casco de los legionarios se les crea una cruceta de metal en la parte superior del mismo, esto se debe al extremo daño que producían las famosas falx ( espadas/guadaña) de los dacios que provocaban enormes estragos en las filas romanas por su gran capacidad de penetración en armaduras y cascos, realmente éstas falx eran un arma muy temida por los romanos. La siguiente modificación que se le hace a los cascos romanos es ampliar el cubrenucas del casco, anteriormente el cubrenucas apenas protegía el cuello del legionario, con lo cual un enemigo podía dar un tajo en la parte posterior del éste si pillaba al soldado romano desprevenido, y los daños aún serían de mayor consideración con las falx dacias, con lo cual , al ampliar el cubrenucas, los romanos solucionaban este problema y realmente podían tener sus nucas "a salvo"  del enemigo, ésta protección era muy util, porque está demostrado que , por ejemplo, si te van a pegar un tajo desde arriba, tu instintivamente encojes la cabeza con lo cual la espada da  en el cubrenucas y de alguna forma rebota, ésto se puede ver en un enlace de un documental de armas romanas cuyo enlace lo pondré al final de éste artículo.


Otra protección, esta ya de tipo corporal , es una solución muy pragmática al problema, otra vez, de las temibles armas dacias, para prevenir daños en el brazo de la espada los romanos incorporaron como protección, la manica ( la protección de los brazos de los gladiadores) , legionarios con estas protecciones pueden verse en las metopas del Tropaeum Traiani  en Adamclisi ( Rumanía) a los que posiblemente les dedique un artículo.

          legionarios con la cruceta en el casco
                   y la manica para el brazo                                                                                                         

Después de eso el equipamiento casi es el mismo, se incorporan las bandas de cuero de los oficiales (pteruges) en brazos y cadera a modo de protección corporal, será a partir del siglo III cuando el equipo ya empiece a variar un poco más, pero ésto lo trataré en otro artículo también. Cabe decir que la organización del ejército sigue siendo la misma que en el siglo anterior, no hay ningún cambio, sigue habiendo centuriones, tribunos, optios etc... . Al contrario de lo que se cree, ya en el Alto Imperio, los romanos contaban con un ala de catafractos, los caballeros acorazados con monturas acorazadas que hicieron tan famosos a partos y sasánidas, pero que ya habían adoptado otros Estados "occidentales" por decirlo de alguna manera como los seléucidas y los grecobactrianos. Los romanos empezaron a conocer este tipo de soldados en sus enfrentamientos con el Oriente Helenístico, donde los catafractos resultaron letales al soldado romano. 

Para el siglo II d.C. los romanos tenían el  Ala Gallorum et Pannoniorum Catafracta,  unidad fundada por el emperador Adriano (117-138 d.C.), que constituye el primer despliegue de este tipo de unidad por parte del Imperio Romano, posteriormente éste tipo de jinetes se hizo popular durante el Bajo Imperio, perdurando en el Imperio Romano de Oriente donde constituía la élite de la caballería.

Aspecto que pudo tener el Ala Gallorum et Pannoniorum Catafracta en el siglo II


Por último , hay que decir que ya a mediados de siglo se detienen las conquistas, el emperador Adriano renuncia a la expansión, es cuando se empieza a construir el muro de Adriano  y otras fortificaciones en el limes. A finales de éste siglo las legiones ya tienen que defender el imperio de invasiones bárbaras, se convierten ya en un ejército de defensa , no de conquista, anticipando lo que va a pasar durante los próximos 3 siglos, cuando el Imperio sólo le expande momentáneamente en las guerras con los partos y persas, mientras que en Europa lo único que hacen las legiones es defender el Imperio de los invasores germánicos, proclamar emperadores y luchar contra otros compatriotas para poner a éstos en  el trono, pero ésta ya es otra Historia. Espero que mi artículo, aunque extenso os haya servido para conocer más a los legionarios de ésta época.

Un saludo a todos, se despide Marco Aurelio Antonino Augusto.



miércoles, 27 de agosto de 2014

Brevísima descripción de una legión romana.

A lo largo de los más de mil años de Historia de Roma como ciudad e imperio, su armamento varió sustancialmente. De una rígida formación de hoplitas a inicios de la etapa republicana, a una legión mucho más móvil durante las guerras con los samnitas, a las veteranas legiones marianas de César, Marco Antonio u Octavio y acabando con las legiones tardorromanas de la caída del Imperio Romano de Occidente. Voy a hablaros sobre el armamento de las legiones marianas.

Para entrar en la legión se necesitaba ser ciudadano romano, mayor de edad y pasar ciertas pruebas físicas que demostraran la fortaleza física y mental del candidato. Lo más simple que recibían era una túnica de lana o lino que se ceñían al cuerpo con un cinturón. 

Como el armamento lo recibían del Estado romano (se les descontaba del sueldo a plazos), los legionarios iban completamente uniformados, empezando de abajo a arriba, podemos decir que llevaban unas sandalias como las nuestras pero de cuero, en la tibia podían llevar unas grebas de cuero endurecido o de alguna aleación similar a las de los cascos y armaduras (mi teoría es que las espinilleras actuales vienen de las de los griegos y romanos), si bien no solía ser habitual ya que incrementaban el peso. No obstante, algunas legiones como las estacionadas en el Danubio las llevaban para protegerse del ataque de las falx dacias (más bien unas hoces rudimentarias pero de extraordinaria eficacia).

Llegando a la cintura y al tórax nos encontramos con que contaban con una armadura de cota de malla o de aros entrelazados. En época de Claudio fue implantada la lorica segmentaria (que consistía en una armadura de placas que iban unidas por el interior por tiras de cuero). Con los Antoninos se desarrolló la lorica squamata (armadura a base de "escamas", adoptada de los temidos catafractos iranios del Imperio parto). 

En las caderas llevaban la famosa gladius en el caso de la infantería o, como pasó con la caballería romana en la época imperial, la gladius hispaniensis (una adaptación de la falcata de los iberos y celtíberos fusionada con el gladius) y en el otro lado un puñal que era el hermano menor del gladius. 

Con el casco ocurría como con las armaduras, había para elegir, y para gustos los colores. Solían ser de origen galo (muy ornamentados), pero según nos vamos adentrando en el Imperio, se va simplificando el casco (debido a que empezaron a fabricar los itálicos, con lo que aumentó el pragmatismo). 

Como armas arrojadizas los legionarios disponían de dos venablos (jabalinas) llamadas pilum, una más ligera para distancias más lejanas y otra más pesada para distancias cortas, el objetivo de estas armas era de que cuando chocara con el escudo enemigo esta se partiera y debido a su peso que el que había sufrido el impacto debería abandonar el escudo o cargar ahora con un peso extra y ya estaría desprotegido ante la segunda oleada de pila o para la carga de los legionarios. Los oficiales solían llevar túnicas de color escarlata para que se les reconociera en la vorágine.

Y ya para terminar hay que hablar del scutum .Era un rectángulo hecho con tres capas de madera (generalmente roble) que se ponían alternativamente para que coincidiesen las vetas con la madera, y el revestimiento era voluntario pero convenía tenerlo para que el scutum aguantará lo máximo posible las acometidas de los bárbaros. El tamaño y la forma solía variar según la legión y el lugar donde estuviese destinada pero normalmente abarcaba desde el hombro hasta la rodilla, cosa que encajaba perfectamente con el modo de lucha de las legiones. Hay que decir que los scutum no eran planos si no que que estaban elípticos hacia dentro algo que ofrecía más protección al legionario que sostuviera el scutum dentro de la formación.



Y hasta aquí esta breve descripción de las legiones romanas de la época augusta. Os saluda Flavio Aecio Magister Militum del Imperio Romano de Occidente y leal servidor.

Ad urbe condita

El 21 de abril del año 753 a.C. cuenta la leyenda que Rómulo, descendiente del dios Marte y de Rea Silva (descendiente a su vez del héroe troyano Eneas), funda en el monte Capitolio la ciudad eterna, la luz del mundo antiguo, el faro que iluminó al mundo durante siglos. 

Muchos son los episodios y las efemérides que se sucedieron a partir de esa fecha y mucho cambió el mundo debido a esa gran ciudad de nombre Roma. Sus grandes protagonistas aquí reunidos, todos ellos de diferentes épocas de su grandiosa historia, expondrán lo que acaeció mientras vivieron bajo la incesante y gloriosa luz de Roma. 

Salve Roma ego Flavius Aecius te saluta!